Verán, onte de madrugada estiven intentando convencer ao meu amigo Juan Carlos de que tinha que crear un blog. Xa case o conseguín; creo que me faltaron apenas un par de copas para arrancarlhe o si definitivo. De todos xeitos, algo de apoio por parte do animoso grupo de leitores destes dias estranhos non me viría nada mal; así que aquí lhes pego un texto que el escribiu arredor da película "Doce monos" por causa dunha actividade cultural e (g)astronómico-festiva na que estivemos metidos ao longo dos catro últimos venres. Lean, disfruten, e logo díganme se este home non nos debe a todos unha boa bitácora!
¿No les ha encantado la forma que ha tenido el director de recrear el futuro? Tan barroco, tan húmedo, oscuro e impreciso. Una especie de futuro imperfecto e incómodo.
Es complicado lograr algo de coherencia en una historia que se moje en tramas espacio-temporales si no se cuenta de antemano con la complicidad del espectador. La causalidad es un concepto que está demasiado arraigado en nuestra mente. Somos seres demasiado regulares, y todo lo que nos rodea está sujeto a pautas temporales constantes: el día y la noche, las estaciones, el ring de los teléfonos, los despertadores, los semáforos, los telediarios, los latidos de nuestro corazón. Parece que hay algo que nos obliga a sentirnos cómodos con la regularidad. Es ese algo que nos hace pulsar el botón de stop cuando suenan en el equipo hifi las melodías de Arnold Schoenberg, tan incómodas como ponerse un jersey de lana sin camiseta en pleno verano. No digo que sean malas, digo que parecen incómodas, y reconozco que hay gente que se pone esos jerseys.
Tanto la literatura como el cine han recorrido esas sendas en muchas ocasiones. Una de mis favoritas es la del simplemente genial Isaac Asimov en una maravillosa novela fantástica con tintes románticos titulada "El fin de la eternidad" en la que nos deleitaba con aquellos guardianes de la humanidad, "los eternos", que se encargaban de velar por la estabilidad de la sociedad y de nuestra especie a lo largo de los siglos, introduciendo cambios mínimos en el pasado para evitar calamidades futuras.
El mismo Asimov ya había mencionado una de la más aplastantes razones esgrimidas en contra de la posibilidad de viajar en el tiempo (al menos hacia atrás); decía algo así, "No lo duden, es imposible viajar al pasado, si lo fuese estaríamos siendo asediados por infinidad de turistas provenientes del futuro y nadie ha visto ninguno". Podríamos argumentar que los turistas del futuro recibirían órdenes de no revelar su procedencia a los habitantes del pasado, pero ya saben Vds. que los turistas no son precisamente disciplinados con las indicaciones, he visto en algún zoo como un turista le ofrecía cigarrillos a un mandril. Es más, yo mismo tengo una fotografía de la Venus de Milo, algo que no puede fotografiarse según decía un cartel en varios idiomas, incluido el mío.
El tiempo es demasiado complicado como para intentar hacer con él algo más que gastarlo. La gente leída dice cosas terribles sobre él, como que la antimateria no es más que materia retrocediendo en el tiempo, que el tiempo y el espacio se curvan en presencia de campos gravitatorios, que existen múltiples universos formalizando las múltiples probabilidades de que algo suceda, utilizándose en cada uno, un tiempo que le es propio. Con lo contentos que estabamos con aquellas definiciones newtonianas de que el tiempo no era más que un continuo sobre el que todo discurre, con precisión única, absoluta y divina.
Hay un detalle que supongo que no ha pasado desapercibido, sobre todo entre el público femenino, y es que no es posible llevar ningún objeto del futuro en los viajes al pasado; tengo claro que muchas de las espectadoras hubiesen preferido que fuese Brad Pitt el que hiciese ese viaje. Es lógico que no se pueda llevar nada al pasado; imagínense que yo por ejemplo, me fabrico un revólver (en contra de lo que mucha gente cree, yo tengo mi maña) y me lo llevo al pasado, al instante de tiempo justo anterior al de fabricarlo, y me encuentro conmigo mismo. Y le (me) descerrajo un tiro en la cabeza; se produce entonces una doble paradoja, no sólo me he matado a mi mismo con lo cual yo no podría haber retrocedido al pasado posteriormente, sino que además me he matado con algo que no he podido llegar a fabricar. A lo mejor, es posible retroceder pero también todo mi yo retrocedería a su estado en el pasado, es decir, si retrocedo cuarenta años, es posible que mis átomos aparezcan dispersos en varias manzanas y briznas de hierba que alguna vaca pastara antes de que mis padres decidiesen felizmente dormir aquella noche un poco más juntos. Si quieren seguir devanándose los sesos, pueden, pero les aseguro que la cerveza fría posee la extraordinaria cualidad de eliminar las paradojas espacio temporales y las controversias sobre el paralelismo de universos.
Por cierto, espero que sepan disculpar mi osadía con la Venus de Milo (la foto, ¿recuerdan?); en mi defensa debo alegar que era muy joven, cosa que con el paso del tiempo he podido cambiar. No obstante, si antes de que irremediable y lamentablemente me muera lograra alguien inventar una máquina que me llevase al pasado, no duden que rectificaré mi error; me acercaré por detrás a ese mequetrefe insolente que está intentando lanzar con su flash un chorro de fotones altamente energéticos contra esa maravillosa obra de arte y le arrebataré la cámara. Pero si pudiese hacerlo no podría estar ahora contándoles esta anécdota. Cabe deducir, por tanto, que en el tiempo que me queda de vida, este artefacto no se creará o al menos yo no viajaré en el tiempo más que hacia delante, junto con todos ustedes para mi fortuna. O quien sabe, a lo mejor hay un universo paralelo al nuestro en el que yo no tengo esa foto, y este comentario es sensiblemente mas corto.
Y bien, ya que presumiblemente no podemos ir al pasado, por lo menos vayamos de forma contundente contra el presente, no lo dejemos pasar, que no suceda lo que dice Juan Carlos Vallejo en "Escorzos", no descubramos que "no había vida antes de la muerte"
Yo nunca os aconsejaré que escribáis nada, porque lo importante es hablar y decir a nuestro vecino lo que sentimos y pensamos. Escribir, en cambio, es ya la infracción de una norma natural y un pecado contra la naturaleza de nuestro espíritu. Pero si dais en escritores, sed meros taquígrafos de un pensamiento hablado.
Sr. Pawley:
No sé si su amigo Juan
Carlos nos debe una bitácora. Estoy seguro de que, como siga tomando copas con vd., acabará cayendo en la trampa.
Tambien lo estoy, como muchos colegas de Io, de que yo le debo a Juan Carlos&Martin Pawley el privilegio de su amistad y el lujo de su compañía.
Puedo asegurarle que los comentarios que nos regalaron sobre las películas del ciclo de Ciencia Ficción, podrían figurar entre lo más granado de la crítica oficial...Con la plusvalía de una total independencia, la frescura de una lechuga recién robada a la tierra y el encanto de los regalos inesperados.
Gracias a los dos. E insista (insistamos) Sr. Pawley...¿Coñece vostede o conto de Manoliño o da petaca?.
Por cierto Sr. Pawley. Digalle o seu amigo Juan Carlos, que Escorzos é de Juan Carlos VELLIDO.
Sei de boa tinta que o seu amigo acaba de crear o demandado blog... Chámase "EL Juego de Ender", e espera impaciente a botella mencionada neste thread.
Manolinho foi un conhecido sancristán dunha remota parroquia galega.
O sr. cura recibíu, coma agasallo dun feligrés, unha rechamante petaca de coiro e, como non fumaba, deixouna riba dunha mesiña na sancristía.
Manolinho, teimudo coma era, non deixaba pasar un día sen lhe pedir ó cura que lhe regalase a petaca..."Total vostede non fuma"...,dicialhe ó xefe cada mañán.
Levaba teimando máis dun mes cando consiguíu o preciado tesouro. Algúns din que, ise día, o cura estaba de boas; pero
o Manolinho asegura que foi o pago por un servicio estra que prestou co gallo dun frolido funeral que o cura argallou para un parroquián de pro...
Entrementres o resiñado cura seguía a cotío ca súa
laboura pastoral. Na rutina dela, seguía a loitar cunha feligresa que, unha tarde sí e outra tamén, dicialhe no confesionario estar acosada por un viciño que lhe demandaba insistentemente os séus favores.
Con profesionalidade a proba de bombas, o confesor aconselhaba á súa clienta que ficara forte fronte á tentación e espricabalhe polo miudo o xeito de acadar forzas para contra dela.
Unha das tardes, seica por casualidade, filtrouselhe nun suspiro o nome de Manolinho a la, cada vez máis, lengüeteira feligresa...
Contan que ó cura mudoulhe a cara...Cun aceno de resiñación no rostro cambiou de súpeto de póla e aconselhoulhe
á boa da muller que "se dexara ir"...Que non é tan malo iso de "de cando en vez ceder ás tentacións".
Seica, ó final, toudos ficaron encantados.
O sistema de comentarios está á disposición dos lectores de "signos de vida" (antes "días estranhos") exclusivamente para a publicación de opinións e comentarios relacionados co contido deste blog. Calquera texto publicado por medio do referido sistema non reflicte necesariamente a opinión do autor deste blog. As opinións e informacións publicadas no sistema de comentarios son de autoría e responsabilidade integral dos leitores que del fixeran uso. O autor deste blog resérvase o dereito de suprimir os comentarios e textos que considere ofensivos, difamatorios, calumniosos, preconceitosos ou de algunha forma perxudiciais a terceiros. Textos de carácter promocional ou inseridos no sistema sen a debida identificación do autor (nome completo e enderezo válido de e-mail) tamén poderán ser eliminados.